lunes, 12 de mayo de 2014

Volver

La araña va andando, con esas patitas largas y finas, sobre el suelo, evitando las pequeñas gotas que escaparon del vaso de vino. Es pequeña, negra... ni siquiera sé si tiene ojos y boca, es un simple punto negro con alambres finos que se mueven.
Sigo con la mirada su camino, rápido y decisivo. Trepa por la pared cubierta de azulejos, resbala, vuelve a intentarlo... y algo, que no sé ni de donde ha salido, sale de algún lugar de su diminuto cuerpo, ayudándola a subir hasta la maceta colgada. 
Sacudo mi cabeza, araña lista. Trepar y resbalar, resbalar y volver a intentarlo con una ayudita... si el orgullo no me carcomiera, sería como ese punto negro con patas.
Termino mi copa de vino, mi mano derecha alcanza la botella automáticamente para volver a llenar el recipiente. Sonrió tras ver conseguido mi objetivo, mi tonto y falso objetivo que me ayuda a sentirme irracionalmente mejor tras mi fracaso. Alzo la copa en dirección a la maceta y brindo en salud hacia su habitante ahora invisible.
- Bonita manera de celebrarlo, Tobías.- Su voz me hace volverme con los ojos entrecerrados.- Volvamos a casa.
- Cuando acabe la botella.- repliqué aturdido por la frase.- No tengo prisa.
- Sí la tienes.- me contestó seria.- Un fracaso puede ser una victoria, no te rindas.
Bebí de un trago el dulce líquido, observando por el rabillo del ojo como mi pequeña trataba de darme ánimos que ni merecía.
- ¿Qué haces aquí?- pregunté.
- Cuidarte, papá.- Sonrió.- Vamos, Tobías; mamá se está preocupando. Trepa como esa arañita. Siempre lo has hecho.
- ¿Y entonces te irás?- quise saber dando otro trago.
- Y entonces me iré, por el momento.
Reí atolandrado por el alcohol, mi mirada volvió a clavarse en ella.
- Está bien...
Sonrió señalándome la maceta.
La miré para ver como la arañita volvía a salir y bajaba hasta el suelo, volviendo a esquivar las gotas hasta perderla en la lejanía de la luz de la farola, que hasta entonces, no era consciente de que estaba encendida.
Giré mi cabeza, ella se había ido. La copa abandonó mi mano cerca de la botella. Me levanté cogiendo el maletín, buscando mi móvil, marcando.
- Josefina...- Su voz se sobresaltó al oírme.- vuelvo a casa.
- Vuelve.- habló mi niña delante de mí y desapareció.
Suspiré, tomé el ramo con la otra mano, hoy volvía a casa.

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