lunes, 14 de octubre de 2013

Ni a mar, ni amar

Entonces, el marinero ya cansado de esas sirenas que intentaban saberle a mar, de las princesas que perdían sus coronas por una gota de amor, de que su anzuelo se oxidase de compasión, de ese ancla que ya no le dejaba navegar, decidió tirarlo todo por la borda para encontrar no a quien le entendiera, sino a quien quisiera formar parte de su locura.

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